jueves, 21 de marzo de 2019

Anécdotas y reflexiones

Ayer salí con un amigo a tomar una cerveza por la tarde. Como quedamos cerca de mi casa, me fui en bicicleta. Al dar vuelta en la calle lateral de donde vivo (la calle Vidrio), me llamó la atención ver a un hombre como de mi edad ayudando a un hombre mayor a caminar. Vi al anciano con un mal semblante. Regresamos caminando como a las 9 pm y me llamó la atención ver en el mismo lugar una patrulla de policía y un vehículo acordonado. Nos acercamos y vimos al hombre mayor muerto adentro del carro. No había señales de violencia o algo fuera de lo normal, y al policía haciendo algunas llamadas. Al parecer tenía pocos minutos que el hombre había fallecido. Seguimos caminando y mi amigo me dijo que nunca había visto a alguien muerto. Me impactó la escena, hice una oración por el Señor y me quedé pensando: ¿qué habrá pasado? ¿Se habrá sentido mal y al querer llevarlo a algún lugar murió en el vehículo? ¿Estaría solo? ¿Le dio un infarto? ¿Cómo se habrá sentido cuando lo vi en la tarde? Cuántas veces en la vida nos topamos en la calle con gente que sufre, que vive algún drama o que ese mismo día va a morir y nosotros no lo sabemos. ¿Cómo podemos ser factor de humanidad en circunstancias concretas, cómo salir de la indiferencia de vernos a nosotros mismos y nuestros problemas y podríamos salir al encuentro de lo que al otro le sucede? Un buen ejercicio sería tratar de imaginar cómo es la vida del hombre que va en autobús junto a nosotros, de la anciana que vemos en la calle o del hombre que camina pensativo rumbo al trabajo y no sabemos el peso qué carga. Claro, no podemos ni vamos a resolver todo. Pero siempre la vida nos presenta ocasiones de servicio o de entrega que no debemos dejar pasar de alto. Y no solo dando algo que nos sobre, sino involucrándolos efectivamente. Pienso que hay que cambiar este mundo indiferente e individualista por uno más humano y fraterno. Y ese cambio inicia con el cambio de nuestros corazones. Eso es la cuaresma. No solo es dejar de comer carne para ahora comer mariscos, capirotada y esperar las vacaciones de Semana Santa. Es la ocasión en que debemos convertir lo que en nosotros no es vida y reconocer la presencia de un Otro que nos invita a vivir el amor.

No hay comentarios: