jueves, 26 de febrero de 2009

Cuando ya me empiece a quedar solo



Cuando ya me empiece a quedar solo

Tendré los ojos muy lejos
Y un cigarrillo en la boca
El pecho dentro de un hueco
Y una gata medio loca

Un escenario vacío
Un libro muerto de pena
Un dibujo destruido
Y la caridad ajena

Un televisor inútil
Electrica compañia
La radio a todo volumen
Y una prision que no es mia

Una vejez sin temores
Y una vida reposada
Ventanas muy agitadas
Y una cama tan inmóvil

Y un montón de diarios apilados
Y una flor cuidando mi pasado
Y un rumor de voces que me gritan
Y un millón de manos que me aplauden

Y el fantasma tuyo sobre todo
Cuando ya me empiece a quedar solo

Charly García

martes, 24 de febrero de 2009

Negar la tierra

“Negar el cielo no es peligroso. Negar la tierra, en cambio, es tentador. Pues el corazón del cristianismo, el centro, es exactamente esto: el injerto de lo temporal dentro de lo eterno y de lo eterno dentro del temporal. Desatado este injerto ya no hay nada”.

Charles Péguy

lunes, 23 de febrero de 2009

Que a lo espiritual no le falte lo carnal!




Charles Péguy

Depende de nosotros… que al eterno no le falte el tiempo, (singular vuelco), que a lo espiritual no le falte lo carnal, hay que decirlo todo, es increíble; que a la eternidad no le falte el tiempo, que al espíritu no le falte la carne. Que al alma, por así decir, no le falte el cuerpo. Que a Jesús no le falte la Iglesia, su Iglesia. Hace falta ir hasta el final; que a Dios no le falte su creación.

(El pórtico del misterio de la segunda virtud)

jueves, 19 de febrero de 2009

En Camino a Ítaca



ÍTACA.

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Kavafis

miércoles, 18 de febrero de 2009

Fiel






Si no conocen a Paco Padilla (el cantautor, el hermano de Rodo), les recomiendo ampliamente escuchar sus canciones. Paco nos ha acompañado varias veces a Estados Unidos y gusta mucho a nuestros paisanos. Y cómo no, Paco tiene como poca gente, la capacidad de plasmar (como buen artista de Tlaquepaque que es) las cosas cotidianas de Jalisco, nuestras historias, folklore e incluso, el sentir de muchos tapatíos. Este es el caso de la canción que hoy comparto, que se llama fiel. Y la dedica a quienes, como él, sufrimos con el Atlas. Esa es pasión de las buenas!!!!

Fiel


Como un can te he seguido,

como girasol buscando luz,
como las garzas al río,

como mariposa, flor.

Desde que tengo memoria,
yo vivo pensando en ti.

Veinticuatro horas al día,
treinta días por cada mes.

Fiel, fiel, fiel hasta la muerte.

Fiel, fiel, fiel bendita mi suerte.


Cuántos años esperando
que se cumpla mi ilusión.

Hasta cuándo, vida mía
brillará mi corazón.

Y a pesar de tantas cosas

que van hablando de ti,
mi esperanza no se acaba,
por favor, dime que sí.

Fiel, fiel, fiel hasta la muerte.
Fiel, fiel, fiel maldita mi suerte.

Yo te seguiré esperando,
no importa cómo ni cuándo.

Pero hay qué tener presente

que el tiempo sigue pasando...

Con esa pasión sincera
que tengo desde hace mucho rato,
yo te pido antes que muera
que me des un campeonato.


Un campeonato, por favor.

MÉNDIGAS MÁRGARAS...

martes, 17 de febrero de 2009

El discurso de la Sapienza





Con calma, en próximos días quiero escribir algunas reflexiones sobre la persona y la labor del Papa Benedicto XVI, sin lugar a dudar un Papa que no teme a la modernidad, al contrario, que va al rescate de la razón.

Es una pena que algunos temas de verdad trascendentes para la humanidad y para la Iglesia hayan quedado en polémicas absurdas que alimentaron algunos medios de comunicación. Al igual que el discurso en Ratisbona o el acercamiento con los cismáticos lefebvrianos, quedó relegado el magnífico mensaje que el Papa iba pronunciar durante su visita a la Universidad la «Sapienza» de Roma el 17 de enero de 2008, ya que mediáticamente fue más atrativo cubrir las protestas de algunos poquitos profesores y alumnos ruidosos.

A pesar de que se canceló el evento, este gran texto fue difundido por la Santa Sede. No tiene desperdicio.



Rector magnífico;
autoridades políticas y civiles;
ilustres profesores y personal técnico administrativo;
queridos jóvenes estudiantes:

Para mí es motivo de profunda alegría encontrarme con la comunidad de la "Sapienza, Universidad de Roma" con ocasión de la inauguración del año académico. Ya desde hace siglos esta universidad marca el camino y la vida de la ciudad de Roma, haciendo fructificar las mejores energías intelectuales en todos los campos del saber. Tanto en el tiempo en que, después de su fundación impulsada por el Papa Bonifacio VIII, la institución dependía directamente de la autoridad eclesiástica, como sucesivamente, cuando el Studium Urbis se desarrolló como institución del Estado italiano, vuestra comunidad académica ha conservado un gran nivel científico y cultural, que la sitúa entre las universidades más prestigiosas del mundo. Desde siempre la Iglesia de Roma mira con simpatía y admiración este centro universitario, reconociendo su compromiso, a veces arduo y fatigoso, por la investigación y la formación de las nuevas generaciones. En estos últimos años no han faltado momentos significativos de colaboración y de diálogo. Quiero recordar, en particular, el Encuentro mundial de rectores con ocasión del Jubileo de las Universidades, en el que vuestra comunidad no sólo se encargó de la acogida y la organización, sino sobre todo de la profética y compleja propuesta de elaborar un "nuevo humanismo para el tercer milenio".

En esta circunstancia deseo expresar mi gratitud por la invitación que se me ha hecho a venir a vuestra universidad para pronunciar una conferencia. Desde esta perspectiva, me planteé ante todo la pregunta: ¿Qué puede y debe decir un Papa en una ocasión como esta? En mi conferencia en Ratisbona hablé ciertamente como Papa, pero hablé sobre todo en calidad de ex profesor de esa universidad, mi universidad, tratando de unir recuerdos y actualidad. En la universidad "Sapienza", la antigua universidad de Roma, sin embargo, he sido invitado precisamente como Obispo de Roma; por eso, debo hablar como tal. Es cierto que en otros tiempos la "Sapienza" era la universidad del Papa; pero hoy es una universidad laica, con la autonomía que, sobre la base de su mismo concepto fundacional, siempre ha formado parte de su naturaleza de universidad, la cual debe estar vinculada exclusivamente a la autoridad de la verdad. En su libertad frente a autoridades políticas y eclesiásticas la universidad encuentra su función particular, precisamente también para la sociedad moderna, que necesita una institución de este tipo.

Vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Qué puede y debe decir el Papa en el encuentro con la universidad de su ciudad? Reflexionando sobre esta pregunta, me pareció que incluía otras dos, cuyo esclarecimiento debería llevar de por sí a la respuesta. En efecto, es necesario preguntarse: ¿Cuál es la naturaleza y la misión del Papado? Y también, ¿cuál es la naturaleza y la misión de la universidad? En este lugar no quisiera entretenerme y entreteneros con largas disquisiciones sobre la naturaleza del Papado. Baste una breve alusión. El Papa es, ante todo, Obispo de Roma y, como tal, en virtud de la sucesión del apóstol san Pedro, tiene una responsabilidad episcopal con respecto a toda la Iglesia católica. La palabra "obispo" -episkopos-, que en su significado inmediato se puede traducir por "vigilante", se fundió ya en el Nuevo Testamento con el concepto bíblico de Pastor: es aquel que, desde un puesto de observación más elevado, contempla el conjunto, cuidándose de elegir el camino correcto y mantener la cohesión de todos sus componentes. En este sentido, esa designación de la tarea orienta la mirada, ante todo, hacia el interior de la comunidad creyente. El Obispo -el Pastor- es el hombre que cuida de esa comunidad; el que la conserva unida, manteniéndola en el camino hacia Dios, indicado por Jesús según la fe cristiana; y no sólo indicado, pues Él mismo es para nosotros el camino. Pero esta comunidad, de la que cuida el Obispo, sea grande o pequeña, vive en el mundo. Las condiciones en que se encuentra, su camino, su ejemplo y su palabra influyen inevitablemente en todo el resto de la comunidad humana en su conjunto. Cuanto más grande sea, tanto más repercutirán en la humanidad entera sus buenas condiciones o su posible degradación. Hoy vemos con mucha claridad cómo las condiciones de las religiones y la situación de la Iglesia -sus crisis y sus renovaciones- repercuten en el conjunto de la humanidad. Por eso el Papa, precisamente como Pastor de su comunidad, se ha convertido cada vez más también en una voz de la razón ética de la humanidad.

Aquí, sin embargo, surge inmediatamente la objeción según la cual el Papa, de hecho, no hablaría verdaderamente basándose en la razón ética, sino que sus afirmaciones procederían de la fe y por eso no podría pretender que valgan para quienes no comparten esta fe. Deberemos volver más adelante sobre este tema, porque aquí se plantea la cuestión absolutamente fundamental: ¿Qué es la razón? ¿Cómo puede una afirmación -sobre todo una norma moral- demostrarse "razonable"? En este punto, por el momento, sólo quiero poner de relieve brevemente que John Rawls, aun negando a doctrinas religiosas globales el carácter de la razón "pública", ve sin embargo en su razón "no pública" al menos una razón que no podría, en nombre de una racionalidad endurecida desde el punto de vista secularista, ser simplemente desconocida por quienes la sostienen. Ve un criterio de esta racionalidad, entre otras cosas, en el hecho de que esas doctrinas derivan de una tradición responsable y motivada, en la que en el decurso de largos tiempos se han desarrollado argumentaciones suficientemente buenas como para sostener su respectiva doctrina. En esta afirmación me parece importante el reconocimiento de que la experiencia y la demostración a lo largo de generaciones, el fondo histórico de la sabiduría humana, son también un signo de su racionalidad y de su significado duradero. Frente a una razón a-histórica que trata de construirse a sí misma sólo en una racionalidad a-histórica, la sabiduría de la humanidad como tal -la sabiduría de las grandes tradiciones religiosas- se debe valorar como una realidad que no se puede impunemente tirar a la papelera de la historia de las ideas.

Volvemos a la pregunta inicial. El Papa habla como representante de una comunidad creyente, en la cual durante los siglos de su existencia ha madurado una determinada sabiduría de vida. Habla como representante de una comunidad que custodia en sí un tesoro de conocimiento y de experiencia éticos, que resulta importante para toda la humanidad. En este sentido habla como representante de una razón ética.

Pero ahora debemos preguntarnos: ¿Y qué es la universidad?, ¿cuál es su tarea? Es una pregunta de enorme alcance, a la cual, una vez más, sólo puedo tratar de responder de una forma casi telegráfica con algunas observaciones. Creo que se puede decir que el verdadero e íntimo origen de la universidad está en el afán de conocimiento, que es propio del hombre. Quiere saber qué es todo lo que le rodea. Quiere la verdad. En este sentido, se puede decir que el impulso del que nació la universidad occidental fue el cuestionamiento de Sócrates. Pienso, por ejemplo -por mencionar sólo un texto-, en la disputa con Eutifrón, el cual defiende ante Sócrates la religión mítica y su devoción. A eso, Sócrates contrapone la pregunta: "¿Tú crees que existe realmente entre los dioses una guerra mutua y terribles enemistades y combates...? Eutifrón, ¿debemos decir que todo eso es efectivamente verdadero?" (6 b c). En esta pregunta, aparentemente poco devota -pero que en Sócrates se debía a una religiosidad más profunda y más pura, de la búsqueda del Dios verdaderamente divino-, los cristianos de los primeros siglos se reconocieron a sí mismos y su camino. Acogieron su fe no de modo positivista, o como una vía de escape para deseos insatisfechos. La comprendieron como la disipación de la niebla de la religión mítica para dejar paso al descubrimiento de aquel Dios que es Razón creadora y al mismo tiempo Razón-Amor. Por eso, el interrogarse de la razón sobre el Dios más grande, así como sobre la verdadera naturaleza y el verdadero sentido del ser humano, no era para ellos una forma problemática de falta de religiosidad, sino que era parte esencial de su modo de ser religiosos. Por consiguiente, no necesitaban resolver o dejar a un lado el interrogante socrático, sino que podían, más aún, debían acogerlo y reconocer como parte de su propia identidad la búsqueda fatigosa de la razón para alcanzar el conocimiento de la verdad íntegra. Así, en el ámbito de la fe cristiana, en el mundo cristiano, podía, más aún, debía nacer la universidad.

Es necesario dar un paso más. El hombre quiere conocer, quiere encontrar la verdad. La verdad es ante todo algo del ver, del comprender, de la theoría, como la llama la tradición griega. Pero la verdad nunca es sólo teórica. San Agustín, al establecer una correlación entre las Bienaventuranzas del Sermón de la montaña y los dones del Espíritu que se mencionan en Isaías 11, habló de una reciprocidad entre "scientia" y "tristitia": el simple saber -dice- produce tristeza. Y, en efecto, quien sólo ve y percibe todo lo que sucede en el mundo acaba por entristecerse. Pero la verdad significa algo más que el saber: el conocimiento de la verdad tiene como finalidad el conocimiento del bien. Este es también el sentido del interrogante socrático: ¿Cuál es el bien que nos hace verdaderos? La verdad nos hace buenos, y la bondad es verdadera: este es el optimismo que reina en la fe cristiana, porque a ella se le concedió la visión del Logos, de la Razón creadora que, en la encarnación de Dios, se reveló al mismo tiempo como el Bien, como la Bondad misma.

En la teología medieval hubo una discusión a fondo sobre la relación entre teoría y praxis, sobre la correcta relación entre conocer y obrar, una disputa que aquí no podemos desarrollar. De hecho, la universidad medieval, con sus cuatro Facultades, presenta esta correlación. Comencemos por la Facultad que, según la concepción de entonces, era la cuarta: la de medicina. Aunque era considerada más como "arte" que como ciencia, sin embargo, su inserción en el cosmos de la universitas significaba claramente que se la situaba en el ámbito de la racionalidad, que el arte de curar estaba bajo la guía de la razón, liberándola del ámbito de la magia. Curar es una tarea que requiere cada vez más simplemente la razón, pero precisamente por eso necesita la conexión entre saber y poder, necesita pertenecer a la esfera de la ratio. En la Facultad de derecho se plantea inevitablemente la cuestión de la relación entre praxis y teoría, entre conocimiento y obrar. Se trata de dar su justa forma a la libertad humana, que es siempre libertad en la comunión recíproca: el derecho es el presupuesto de la libertad, no su antagonista. Pero aquí surge inmediatamente la pregunta: ¿Cómo se establecen los criterios de justicia que hacen posible una libertad vivida conjuntamente y sirven al hombre para ser bueno? En este punto, se impone un salto al presente: es la cuestión de cómo se puede encontrar una normativa jurídica que constituya un ordenamiento de la libertad, de la dignidad humana y de los derechos del hombre. Es la cuestión que nos ocupa hoy en los procesos democráticos de formación de la opinión y que, al mismo tiempo, nos angustia como cuestión de la que depende el futuro de la humanidad. Jürgen Habermas expresa, a mi parecer, un amplio consenso del pensamiento actual cuando dice que la legitimidad de la Constitución de un país, como presupuesto de la legalidad, derivaría de dos fuentes: de la participación política igualitaria de todos los ciudadanos y de la forma razonable en que se resuelven las divergencias políticas. Con respecto a esta "forma razonable", afirma que no puede ser sólo una lucha por mayorías aritméticas, sino que debe caracterizarse como un "proceso de argumentación sensible a la verdad" (wahrheitssensibles Argumentationsverfahren). Está bien dicho, pero es muy difícil transformarlo en una praxis política. Como sabemos, los representantes de ese "proceso de argumentación" público son principalmente los partidos en cuanto responsables de la formación de la voluntad política. De hecho, sin duda buscarán sobre todo la consecución de mayorías y así se ocuparán casi inevitablemente de los intereses que prometen satisfacer. Ahora bien, esos intereses a menudo son particulares y no están verdaderamente al servicio del conjunto. La sensibilidad por la verdad se ve siempre arrollada de nuevo por la sensibilidad por los intereses. Yo considero significativo el hecho de que Habermas hable de la sensibilidad por la verdad como un elemento necesario en el proceso de argumentación política, volviendo a insertar así el concepto de verdad en el debate filosófico y en el político.

Pero entonces se hace inevitable la pregunta de Pilato: ¿Qué es la verdad? Y ¿cómo se la reconoce? Si para esto se remite a la "razón pública", como hace Rawls, se plantea necesariamente otra pregunta: ¿qué es razonable? ¿Cómo demuestra una razón que es razón verdadera? En cualquier caso, según eso, resulta evidente que, en la búsqueda del derecho de la libertad, de la verdad de la justa convivencia, se debe escuchar a instancias diferentes de los partidos y de los grupos de interés, sin que ello implique en modo alguno querer restarles importancia. Así volvemos a la estructura de la universidad medieval. Juntamente con la Facultad de derecho estaban las Facultades de filosofía y de teología, a las que se encomendaba la búsqueda sobre el ser hombre en su totalidad y, con ello, la tarea de mantener despierta la sensibilidad por la verdad. Se podría decir incluso que este es el sentido permanente y verdadero de ambas Facultades: ser guardianes de la sensibilidad por la verdad, no permitir que el hombre se aparte de la búsqueda de la verdad. Pero, ¿cómo pueden dichas Facultades cumplir esa tarea? Esta pregunta exige un esfuerzo permanente y nunca se plantea ni se resuelve de manera definitiva. En este punto, pues, tampoco yo puedo dar propiamente una respuesta. Sólo puedo hacer una invitación a mantenerse en camino con esta pregunta, en camino con los grandes que a lo largo de toda la historia han luchado y buscado, con sus respuestas y con su inquietud por la verdad, que remite continuamente más allá de cualquier respuesta particular.

De este modo, la teología y la filosofía forman una peculiar pareja de gemelos, en la que ninguna de las dos puede separarse totalmente de la otra y, sin embargo, cada una debe conservar su propia tarea y su propia identidad. Históricamente, es mérito de santo Tomás de Aquino -ante la diferente respuesta de los Padres a causa de su contexto histórico- el haber puesto de manifiesto la autonomía de la filosofía y, con ello, el derecho y la responsabilidad propios de la razón que se interroga basándose en sus propias fuerzas. Los Padres, diferenciándose de las filosofías neoplatónicas, en las que la religión y la filosofía estaban unidas de manera inseparable, habían presentado la fe cristiana como la verdadera filosofía, subrayando también que esta fe corresponde a las exigencias de la razón que busca la verdad; que la fe es el "sí" a la verdad, con respecto a las religiones míticas, que se habían convertido en mera costumbre. Pero luego, en el momento del nacimiento de la universidad, en Occidente ya no existían esas religiones, sino sólo el cristianismo; por eso, era necesario subrayar de modo nuevo la responsabilidad propia de la razón, que no queda absorbida por la fe. A santo Tomás le tocó vivir en un momento privilegiado: por primera vez, los escritos filosóficos de Aristóteles eran accesibles en su integridad; estaban presentes las filosofías judías y árabes, como apropiaciones y continuaciones específicas de la filosofía griega. Por eso el cristianismo, en un nuevo diálogo con la razón de los demás, con quienes se venía encontrando, tuvo que luchar por su propia racionalidad. La Facultad de filosofía que, como "Facultad de los artistas" -así se llamaba-, hasta aquel momento había sido sólo propedéutica con respecto a la teología, se convirtió entonces en una verdadera Facultad, en un interlocutor autónomo de la teología y de la fe reflejada en ella. Aquí no podemos detenernos en la interesante confrontación que se derivó de ello. Yo diría que la idea de santo Tomás sobre la relación entre la filosofía y la teología podría expresarse en la fórmula que encontró el concilio de Calcedonia para la cristología: la filosofía y la teología deben relacionarse entre sí "sin confusión y sin separación". "Sin confusión" quiere decir que cada una de las dos debe conservar su identidad propia. La filosofía debe seguir siendo verdaderamente una búsqueda de la razón con su propia libertad y su propia responsabilidad; debe ver sus límites y precisamente así también su grandeza y amplitud. La teología debe seguir sacando de un tesoro de conocimiento que ella misma no ha inventado, que siempre la supera y que, al no ser totalmente agotable mediante la reflexión, precisamente por eso siempre suscita de nuevo el pensamiento. Junto con el "sin confusión" está también el "sin separación": la filosofía no vuelve a comenzar cada vez desde el punto cero del sujeto pensante de modo aislado, sino que se inserta en el gran diálogo de la sabiduría histórica, que acoge y desarrolla una y otra vez de forma crítica y a la vez dócil; pero tampoco debe cerrarse ante lo que las religiones, y en particular la fe cristiana, han recibido y dado a la humanidad como indicación del camino. La historia ha demostrado que varias cosas dichas por teólogos en el decurso de la historia, o también llevadas a la práctica por las autoridades eclesiales, eran falsas y hoy nos confunden. Pero, al mismo tiempo, es verdad que la historia de los santos, la historia del humanismo desarrollado sobre la base de la fe cristiana, demuestra la verdad de esta fe en su núcleo esencial, convirtiéndola así también en una instancia para la razón pública. Ciertamente, mucho de lo que dicen la teología y la fe sólo se puede hacer propio dentro de la fe y, por tanto, no puede presentarse como exigencia para aquellos a quienes esta fe sigue siendo inaccesible. Al mismo tiempo, sin embargo, es verdad que el mensaje de la fe cristiana nunca es solamente una "comprehensive religious doctrine" en el sentido de Rawls, sino una fuerza purificadora para la razón misma, que la ayuda a ser más ella misma. El mensaje cristiano, en virtud de su origen, debería ser siempre un estímulo hacia la verdad y, así, una fuerza contra la presión del poder y de los intereses.

Bien; hasta ahora he hablado sólo de la universidad medieval, pero tratando de aclarar la naturaleza permanente de la universidad y de su tarea. En los tiempos modernos se han abierto nuevas dimensiones del saber, que en la universidad se valoran sobre todo en dos grandes ámbitos: ante todo, en el de las ciencias naturales, que se han desarrollado sobre la base de la conexión entre experimentación y presupuesta racionalidad de la materia; en segundo lugar, en el de las ciencias históricas y humanísticas, en las que el hombre, escrutando el espejo de su historia y aclarando las dimensiones de su naturaleza, trata de comprenderse mejor a sí mismo. En este desarrollo no sólo se ha abierto a la humanidad una cantidad inmensa de saber y de poder; también han crecido el conocimiento y el reconocimiento de los derechos y de la dignidad del hombre, y de esto no podemos por menos de estar agradecidos. Pero nunca puede decirse que el camino del hombre se haya completado del todo y que el peligro de caer en la inhumanidad haya quedado totalmente descartado, como vemos en el panorama de la historia actual. Hoy, el peligro del mundo occidental -por hablar sólo de éste- es que el hombre, precisamente teniendo en cuenta la grandeza de su saber y de su poder, se rinda ante la cuestión de la verdad. Y eso significa al mismo tiempo que la razón, al final, se doblega ante la presión de los intereses y ante el atractivo de la utilidad, y se ve forzada a reconocerla como criterio último. Dicho desde el punto de vista de la estructura de la universidad: existe el peligro de que la filosofía, al no sentirse ya capaz de cumplir su verdadera tarea, degenere en positivismo; que la teología, con su mensaje dirigido a la razón, quede confinada a la esfera privada de un grupo más o menos grande. Sin embargo, si la razón, celosa de su presunta pureza, se hace sorda al gran mensaje que le viene de la fe cristiana y de su sabiduría, se seca como un árbol cuyas raíces no reciben ya las aguas que le dan vida. Pierde la valentía por la verdad y así no se hace más grande, sino más pequeña. Eso, aplicado a nuestra cultura europea, significa: si quiere sólo construirse a sí misma sobre la base del círculo de sus propias argumentaciones y de lo que en el momento la convence, y, preocupada por su laicidad, se aleja de las raíces de las que vive, entonces ya no se hace más razonable y más pura, sino que se descompone y se fragmenta.

Con esto vuelvo al punto de partida. ¿Qué tiene que hacer o qué tiene que decir el Papa en la universidad? Seguramente no debe tratar de imponer a otros de modo autoritario la fe, que sólo puede ser donada en libertad. Más allá de su ministerio de Pastor en la Iglesia, y de acuerdo con la naturaleza intrínseca de este ministerio pastoral, tiene la misión de mantener despierta la sensibilidad por la verdad; invitar una y otra vez a la razón a buscar la verdad, a buscar el bien, a buscar a Dios; y, en este camino, estimularla a descubrir las útiles luces que han surgido a lo largo de la historia de la fe cristiana y a percibir así a Jesucristo como la Luz que ilumina la historia y ayuda a encontrar el camino hacia el futuro.

Vaticano, 17 de enero de 2008

BENEDICTO XVI

lunes, 16 de febrero de 2009

Construyendo la vida


Hoy quiero recomendar una película que me ha dejado un grato sabor de boca. Es "Life as a house", que aquí titularon "Construyendo la vida" y en otros países de habla hispana "La casa de mi vida". Narra los últimos meses de un hombre que llevaba una existencia desangelada, frustrada y triste. (Que descripción tan freudiana, por Dios.. jeje). George Monroe (Kevin Kline) pierde el trabajo que había tenido por años, y habiéndose divorciado años atrás, no le queda más que una vieja casa en un acantilado y su perro. Al recibir la noticia de que tiene una enfermedad terminal, se propone terminar la casa que dejó siempre inconclusa y recobrar (si alguna vez tuvo) el cariño de su hijo, un adolescente rebelde y drogadicto (interpretado por el joven Anakin, Hayden Christensen).

Al obligarlo a pasar un verano en su compañía, George logra construir el sueño de su vida: Al mismo tiempo que trabaja en la construcción de su casa, logra reconstruir su familia y recobrar el amor de su mujer y su hijo. La muerte le llega cuando la casa está inconclusa, pero ahí está de pie las paredes, las puertas y algunos techos de lo que fue verdaderamente suyo.

Evidentemente, la intención de quienes realizaron esta película es hacer una metáfora de la misma vida en donde no hay nada predestinado sino que, como dice aquella canción de Alberto Cortez, "las cosas a mi alrededor, sólo son consecuencias de lo que yo soy".

Estos días he estado reflexionando en el hecho de que vivimos una cultura de irresponsabilidad, de culpar a agentes externos, a las circunstancias, a los otros de lo que nos pasa. Sólo podemos ser verdaderamente hombres en la medida en que construyamos nuestra propia casa, en que tomemos el destino de nuestra vida como nuestra personal labor y asumamos el reto de decidir qué caminos tomar.

Es muy fácil delegar responsabilidades, dejar que otros tomen los criterios y decidan por nosotros. Pero sólo asumiendo nuestra realidad, haciendo comunidad y viviendo la aventura de ser hombres, sólo así, podemos ser felices.

Yo mientras, quiero seguir construyendo mi casa.

domingo, 15 de febrero de 2009

Amigos en facebook

He reflexionado estos días sobre la comunicación en redes sociales de internet, como lo es el facebook. He querido utilizar este interesante herramienta como un espacio para compartir con mis amigos y con gente que me simpatiza por tener intereses afines, algunas de mis ideas, de mis sentimientos. O incluso, me permito la broma y el chascarrillo con la confianza de que no me dará pena pensar en la gente que lo pueda leer.

He querido que mi perfil sea un espacio de camaradería y por ello, fácilmente he rechazado la mitad de las invitaciones de "amistad" que me han llegado. Leí hace poco que las relaciones verdaderamente personales que podemos tener, permitiría una red en una página de estas de alrededor de 150 personas. Quien tiene un mayor número de contactos es muy seguro que sean sólo conocidos, no amigos cercanos.

Pero ante el uso de afinidades y "reclutamiento" para diversas causas, pienso que puedo estar aislándome o perdiéndome la oportunidad de contactar a gente que pueda aportar algo. No lo sé. Ya he aceptado con cierto recelo a algunas personas que no son más que eso, contactos. Son los riesgos de esta impersonal virtualidad.

sábado, 14 de febrero de 2009

Benedicto XVI asiste a presentación de la Obra "El misterio de la caridad de Juana de Arco" de Charles Péguy

Benedicto XVI asiste a presentación de obra teatral de Charles Péguy

ROMA, 21 Ago. 06.- El sábado por la noche, el Papa Benedicto XVI presenció la puesta en escena de la obra “El Misterio de la Caridad de Juana de Arco” de Charles Péguy y al final de la presentación dijo que el misterio de la Pasión de Cristo es el que “da sentido a la oración”.

Luego de la escenificación en la residencia de Castel Gandolfo, el Pontífice dirigió algunas palabras en francés a los asistentes y actores. “La obra de Charles Péguy nos conduce a descubrir el alma de Juana de Arco y la raíz de su vocación. A través de una profunda reflexión sobre los temas siempre presentados en el pensamiento de nuestros contemporáneos, hemos sido introducidos en el corazón del misterio cristiano”, agregó.

“La excelente interpretación del ‘Misterio de la Caridad de Juana de Arco”, nos ha mostrado que el grito patético de Juana, que se traduce en su dolor y desarrollo, manifiesta sobre todo su fe ardiente y lúcida, marcada por la esperanza y el coraje. Entrando todavía más en la meditación, Péguy nos hace entrever que en el Misterio de la Pasión de Cristo, en definitiva, se da sentido a la oración de la joven mujer cuya fuerza del alma no puede hacer más que emocionarnos”, prosiguió el Santo Padre.

Finalmente, el Papa recordó la actualidad de la obra de Péguy “de cara a los acontecimientos dramáticos del Medio Oriente, delante de las situaciones provocadas por la violencia en numerosas regiones del mundo” e hizo votos para que “quiera Dios escuchar la oración de la santa de Domremy y la nuestra, y darle al mundo la paz a la que aspira”.

La obra de teatro presentada ante Benedicto XVI se realizó bajo el auspicio de la Arquidiócesis de Mónaco en colaboración con la Embajada del Principado de Mónaco ante la Santa Sede.

jueves, 12 de febrero de 2009

Siempre seremos vencidos.

"Nosotros siempre seremos vencidos"
Charles Péguy

“Por más que hagamos, por mucho que realicemos, ellos irán siempre más rápido que nosotros, harán siempre más que nosotros, bastante más que nosotros.

Sólo se necesita una chispa para incendiar una granja. Se precisan, se precisaron años para construirla. Eso no es difícil, no es ingenioso. Se requieren meses y meses, se necesitó un montón de trabajo para que creciera la mies. Y no hace falta más que una chispa para quemarla. Se requieren años y años para hacer crecer a un hombre, se necesitó mucho pan para alimentarlo, y trabajo, trabajo, obras y obras de toda especie. Y basta con un golpe para matar a un hombre. Un golpe de sable y ya está. Para hacer un buen hombre es preciso que el arado trabaje veinte años. Para destruir a un hombre el sable sólo tiene que trabajar un minuto. Siempre es así. De la esencia del arado es el trabajar veinte años. De la esencia del sable el trabajar un minuto; y hacer más, ser el más fuerte. Terminar con todo.

Pues bien, nosotros seremos siempre menos fuertes. Nosotros iremos siempre más despacio, siempre haremos menos. Somos del partido de los que construyen. Ellos son del partido de los que demuelen. Nosotros somos del partido del arado. Ellos son del partido del sable. Nosotros siempre seremos vencidos. Ellos nos ganarán siempre, por encima de nosotros.”

En la Cruz de los caminos

" Cuando hubo que sentarse en la cruz de dos caminos.
Y elegir entre el pesar y el remordimiento...
Usted sola sabe, dueña del secreto,
Que uno de los dos caminos corría más abajo
Usted conoce el que eligieron nuestros pasos...
Y no por virtud, ya que no poseemos mucha,
Y no por deber, ya que no nos gusta...
Y para colocarnos mejor en el eje de nuestra angustia,
Y por esa sorda necesidad de ser más desgraciado. "
Charles Péguy
Tapisserie de Notre Dame (fragmento)

Instantes

No sé si es en realidad un texto de Borges, ya ven que luego rondan algunos escritos por internet que indebidamente se adjudican a famosos. Este en particular me gustó, me llegó por mail y afortunadamente no corrió la misma suerte de la inmensa mayoría de correos que borro sin leer. Vale la pena ser leído.

INSTANTES
(Jorge Luis Borges)


"Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico.

Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, Subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares a los que nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada momento de su vida, claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría solamente de tener buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, solo de momentos, no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iba a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas.

Si pudiera volver a vivir, comenzaría así hasta concluir el otoño, daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños si tuviera otra vez la vida por delante...

Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo..."

Esplendor de la mañana

Esplendor de la mañana

La Guadalupana Stella del mattino (Ave María)
Ave Maria splendore del mattino
puro è il tuo sguardo ed umile il tuo cuore
protegga il nostro popolo in cammino
la tenerezza del tuo vero amore.

Madre non sono degno di guardarti
però fammi sentire la tua voce
fa' che io porti a tutti la tua pace
e possano conoscerti ed amarti.

Madre tu che soccorri i figli tuoi
fa' in modo che nessuno se ne vada
sostieni la sua croce e la sua strada
fa' che cammini sempre in mezzo a noi.

Madre non sono degno di guardarti
però fammi sentire la tua voce
fa' che io porti a tutti la tua pace
e possano conoscerti ed amarti.

Ave Maria splendore del mattino
puro è il tuo sguardo ed umile il tuo cuore
protegga il nostro popolo in cammino
la tenerezza del tuo vero amore.

Letra y música de
Claudio Chieffo.

Traducción:

Salve María, esplendor de la mañana, / pura es tu mirada y humilde tu corazón, / proteja a nuestro pueblo en camino / la ternura de tu amor verdadero. / Madre no soy digno de mirarte, / pero hazme sentir tu voz, / haz que yo lleve a todos tu paz / y puedan conocerte y amarte. / Madre, tu que socorres a tus hijos, / haz que ninguno se vaya, /sostén su cruz y su camino, / haz que camine siempre entre nosotros. / Madre, no soy digno... / Salve María, esplendor de la mañana, / pura es tu mirada y humilde tu corazón, / proteja a nuestro pueblo en camino / la ternura de tu amor verdadero. / Proteja a nuetro pueblo en camino / la ternura de tu amor verdadero.

Los fariseos

Los fariseos

Los fariseos quieren que los demás sean perfectos,
lo exigen.
No saben hablar de otra cosa.
Pero Yo soy menos exigente, dice Dios.
Porque yo sé bien lo que es la perfección y no exijo
tanto a los hombres.
Precisamente porque Yo soy perfecto y no hay en Mí más
que perfección, no soy tan difícil como los fariseos.
Soy menos exigente. Soy el Santo de los santos y sé lo
que es ser santo, lo que cuesta, lo que vale.
Son los fariseos los que quieren la perfección.
Pero para los demás.
Encuentran siempre indignos a los demás, encuentran
indigno a todo el mundo.
Pero Yo, dice Dios, Yo soy menos difícil,
y encuentro que un buen cristiano, un buen pecador de
la común especie es digno de ser mi hijo
y de reclinar su cabeza sobre mi hombro.
Charles Péguy

lunes, 9 de febrero de 2009

Camus y el futbol



Me encontré este curioso video de Albert Camus en Algeria. Una de sus grandes pasiones fue el futbol, deporte que llegó a practicar y según algunos dicen, no era mal portero.