miércoles, 7 de febrero de 2018

Snow y la fraternidad

Soy fan de game of thrones. Es una gran historia épica en un ficticio mundo medieval con sus peculiares pueblos donde se describe su propia cultura, tradiciones y religiones. Vale mucho la pena. Hay muchos elementos para el análisis y la reflexión en la serie, el hilo que mueve la historia es la lucha por ver quién se sienta en el trono de hierro. Vemos traiciones, asesinatos, envidias, estrategias... Todo eso que "El Príncipe" de Maquiavelo justificaría para atemorizar y mantener el poder. Y entre todos los personajes, surge el verdadero protagonista de toda la trama: Jon Snow. Lo presentan como el bastardo de una importante familia (luego nos enteramos que no es así) que se va como guardián del muro del norte. Si vemos el mapa de este mundo ficticio, el norte es un lugar nevado del cual los reinos habrían de protegerse. Hay pueblos salvajes y criaturas que atemorizan. Por eso y para proteger la "civilización", se construyó un muro. Snow se aventura a conocer qué hay más allá y conoce a los pueblos salvajes. Conoce sus extrañas costumbres y cae preso pero se enamora de Ygritte, una bella pelirroja que transforma la mirada de Jon hacia esos que eran los enemigos con los que peleaba. Y aquí lo rescatable del modo de "hacer política" del que será proclamado rey del norte: Descubre que el extraño que era su enemigo, es otro como él. Y conforme pasan los capítulos, Snow se convierte en el defensor de este pueblo extraño, lo cual le acarrea la animadversión de sus compañeros guardias. En esta época en que parece que el diálogo y el encuentro en política con el que piensa y actúa distinto a mí no es posible, el personaje central de Juego de tronos muestra que la fraternidad es mayor a la confrontación. Para un gran "estratega", lo que hizo Snow lo llevaría al fracaso (y así parecería que fue), pero irónicamente su manera de hacer las cosas le abre nuevas puertas y posibilidades. El diálogo, el acuerdo, el tejer alianzas entre quiénes tienen posturas que parecen irreconciliables no es un defecto como muchos hoy lo quieren ver: Es una gran virtud que el mundo de la política parece olvidar. Para quienes construyen muros y castillos de la pureza ideológica en donde no tiene acceso nadie que no piense como yo, Podemos descubrir que la fraternidad, el encuentro con que el otro siempre es un bien para mí, el camino que puede rescatar (como en Westeros) a un mundo donde parece que el conflicto y la lucha es la única vía.