jueves, 18 de septiembre de 2008

Todo tiene un comienzo

Qué tal. Escribo sin tener la certeza de saber quién leerá todo esto, y mucho menos si puede haber alguien que tan siquiera pueda interesarle lo que escriba. Tal vez llego tarde (bueno, esa no es ninguna novedad en mí) a esto de los blogs, y quizás las redes sociales como facebook o hi5 han hecho que menos gente abra un espacio como este.

Generalmente el primer tema siempre es presentación personal, e intentaré hacerlo. Tenía razón aquello del oráculo de Delfos, "no hay mayor sabiduría que conocerse uno mismo" y tan ni me conozco, que a veces me sorprendo de lo que descubro de mi persona. Aún así diré algunos aspectos personales. Puedo decir que, paso de los 30 años, que me he ilusionado por muchas empresas, seguido muchas aventuras y tomado muchos caminos. No en todos me ha ido bien, en muchas ocasiones he cometido errores y en otras, a tiempo he retomado rumbos. No tengo miedo a empezar siempre de nuevo, creo no haber perdido sensibilidad y aún me asombro de las cosas buenas que la realidad presenta.

He decidido hacer de la filosofía mi camino de vida, aunque también me intereso por los idiomas, por la literatura, por el arte, la educación y la política. Siempre deseo hacer más cosas de las que termino haciendo, me confieso un amigo poco detallista y soy más impulsivo que reflexivo. Me gusta la música, conducir largos tramos, detenerme a ver algunos paisajes y tomar café caliente. Disfruto de alguna buena película, aunque estar mucho tiempo sentado en el cine me llega a cansar.

Me gusta ir construyendo mi propio mundo, soy celoso de mis espacios y de mis silencios. Soy obsesivo, ocasionalmente caprichoso, desordenado y muchas veces olvidadizo. Según mis amigos es difícil tratarme y cuando he entablado una relación sentimental termino siendo un desastre. Creo que el trabajo no es suficiente para la realización personal y quisiera poder dormir más de lo que lo hago.

Creo que la belleza es el camino hacia el encuentro con Dios y que el hombre sólo puede ser feliz en tanto su vida sea gratuidad con los demás. La vida me ha enseñado que no todo hay qué tomarse demasiado en serio, que siempre hay algo nuevo por aprender y que hay qué saber escuchar lo que el corazón clama.

No soy constante. No sé si esto lo dejaré por mucho tiempo o a lo mejor al rato me enfade y lo olvide como tantas cosas he abierto y que andarán por ahí, rodando por el ciberespacio. Pero bueno, por algo se empieza.