sábado, 10 de agosto de 2013

Estos días se ha hablado mucho de la influencia del Papa Francisco en twitter, así como de los números de la JMJ de Río. Creo que al tratar estos temas, el espíritu de Joaquím de Fiore está presente. Podríamos hacer un juicio mundano del papel de la Iglesia y de la evangelización. Considero un error pensar que por ser más "efectiva" la comunicación del Papa (en términos mediáticos), o por hacer eventos con grandes multitudes se expande el Reino de mejor manera. Como si el Reino fuera esta visión joaquinista de dominio cultural, o político de la Iglesia. Cristo dice que está presente donde 2 o más se reúnen en su nombre. Y está presente en la voz del Papa si tiene "influencia social" o si le habla a 2 o 3. Creo que este Papa sabe que su papel es más importante que ganarle el espacio a Obama, a Maduro o a otro líderes mundiales. Grandes teólogos como Balthasar alertan cuidado al hacer estos juicios. No importa si el Papa junta a más jóvenes en Copacabana que un cantante de rock o que una fiesta de fin de año. Importa que uno (¡uno solo!) de ellos fue tocado por el Espíritu. El reino de Dios no es influencia ni poder de la Iglesia. Es tener presente el amor de Cristo entre los hombres, aunque haya persecución, malos gobiernos o una cultura no cristiana. (Leer el discurso de Benedicto XVI ante los intelectuales franceses en el colegio de los Bernadinos en París).