lunes, 28 de noviembre de 2016

Del cura de un cura rural

"—… Y por lo que respecta a la vida interior, temo que no reces demasiado. Sufres en exceso para lo que rezas, esa es mi idea. Hay que alimentarse en proporción a las fatigas y la plegaria tiene que estar también en relación con nuestros dolores.

—Es que… ¡no puedo!— grité. Inmediatamente lamenté la confesión, pues su mirada se hizo más dura.

—¡ Si no puedes rezar, inténtalo una y otra vez ! Escucha : yo también he tenido mis dificultades. El diablo llegó a inspirarme tal horror a la oración que me caían grandes gotas de sudor cada vez que recitaba mi breviario… ¿ Comprendes?

—Oh, lo comprendo muy bien — respondí con tal ímpetu, que me examinó largamente de los pies a la cabeza; pero sin malevolencia, sino todo lo contrario…

—Escucha —dijo—, no creo haberme equivocado respecto a ti. Trata de responder a la pregunta que voy a hacerte… No es que mi prueba valga mucho, es tan sólo una idea mía, un medio de reconocerme y algunas veces me ha engañado, como es natural. He reflexionado mucho sobre la vocación. Todos nos hemos sentido llamados, sea, pero no de la misma manera. Y para simplificar las cosas comienzo por situarnos a cada uno de nosotros en su verdadero lugar en el Evangelio. ¡Claro que eso nos rejuvenece dos mil años! Pero el tiempo no es nada para Dios y su mirada lo atraviesa. Me digo a mí mismo que mucho antes de nuestro nacimiento —para hablar en lenguaje humano— Nuestro Señor nos encontró en alguna parte, en Belén, en Nazareth, en los caminos de Galilea… ¿qué sé yo? Un día entre los días, sus ojos se fijaron en nosotros y según el lugar, la hora y la coyuntura, nuestra vocación tomó un carácter particular. Claro que no pretendo dar una formulación teológica a mis palabras. Pero, en fin, pienso… imagino, sueño, ¿por qué no?… que si nuestra alma que no ha olvidado, que lo recuerda siempre, pudiese arrastrar a nuestro pobre cuerpo de siglo en siglo… hacerle remontar esa enorme pendiente de dos mil años, le conduciría directamente a ese mismo lugar donde… ¿Pero qué te ocurre?

Yo no me había dado cuenta de que estaba llorando, ni siquiera me había preocupado de que aquello pudiera suceder.

—¿Por qué lloras?

La verdad es que desde siempre me vuelvo a encontrar en el Monte de los Olivos… y en aquel momento, sí, es extraño, en aquel momento preciso en que posando la mano en el hombro de Pedro, hizo El aquella pregunta —bien inútil, en suma, casi ingenua; pero tan cortés, tan tierna— : ¿Duermes? Era un movimiento anímico muy familiar, muy natural del que hasta aquel momento no me había dado cuenta y de pronto…

—¿Qué es lo que te ocurre? —repitió el cura de Torcy, con impaciencia—. Ni siquiera me escuchas… estás soñando. Quien quiera rezar, amigo mío, no debe soñar. Así la plegaria se diluye en sueño y no hay nada más grave para el alma que esa hemorragia.

Abrí la boca para responder, pero no pude…"

Georges Bernanos, Diario de un cura rural.


domingo, 27 de noviembre de 2016

Rorate caeli

Para el adviento:
Rorate caeli
Rorate caeli desuper
Et nubes pluant Iustum
Baje del cielo el rocío
Desde lo alto llegue aquel que nos haga justicia. 
No te enojes Señor, no te detengas
Sobre nuestra ineptitud.
He aquí que soy como una ciudad desolada,
Vacía es mi vida, me siento abandonado.
Esta creatura hecha para un destino de alegría perfecta y de amor,
Tanto que todos los grandes genios
Han sacado de ella motivos para alabarte. 
Hemos cedido al mal, nos hemos complicado,
Hemos caído como hojas en el otoño,
Nuestras visiones nos arrastraron como un viento huracanado,
Nos hemos vuelto áridos, abandonados a nuestra miserias. 
Mira Señor la angustia de tu pueblo,
Envíanos a Aquel que nos haces esperar tanto,
Envíanos a Aquel Ser dulce y fuerte como un dominador.
Desde la neblina hazlo aparecer
Ante mis ojos ansiosos, que nos libere de la prisión. 
Tú, Oh Señor, me dices:
Consuélate pueblo mío,
De repente vendrá tu salvación.
¿Porqué te llenas de amargura por el dolor que te penetra?
Yo te llevaré a la salvación, no temas,
Porque Yo soy tu Señor, tu Creador, tu Ideal, tu Redentor.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

"El mundo en el que estamos llamados a vivir la fe es completamente distinto del mundo del pasado, también del pasado reciente. Es un mundo en donde se extiende la secularización, en donde el desmoronamiento de las evidencias está a la vista de todos. A esto se une, como consecuencia, una pasividad, un sopor y un aburrimiento invencibles que ofuscan gravemente el reconocimiento de la realidad. Esta situación representa el mayor desafío que tiene hoy ante sí la fe, el anuncio cristiano. Es un desafío que nos afecta a nosotros en primer lugar. Si la fe acaba siendo percibida incluso por nosotros como una payasada, si no somos los primeros en percibir la fe como pertinente a nuestra vida, empezará a decaer nuestro interés por ella. ¡Imaginad lo que sucederá en los demás!" Julián Carrón


Sobre la muerte de Rita Barberá

Me ha conmovido leer esta mañana que murió Rita Barberá en un hotel de Madrid. La conocí hace unos 20 años, cuando ella era alcaldesa de Valencia. Era la más querida, no había elección que no ganara, nadie como Rita llevaba voto al PP en toda España. En los últimos años dejó la alcaldía y enfrentó un juicio en donde no fue acusada penalmente (el juicio aún no terminaba) porque no se le había probado nada, pero había sido víctima de un linchamiento mediático. El mismo PP, que tanto le debía, le dio la espalda. 
Ciertamente, conocemos casos como los de César Duarte y otros políticos que han sido unos pillos en el ejercicio del poder. Pero casos como el de Barberá (y otros que he conocido) me hacen pensar que la gente decente, con rectitud de intención no entra en política porque los juegos de linchamiento y persecución son implacables. Vocifera la canalla, diría Bernanos. Una sociedad que desconfía de todos y de todo merece gobernantes cínicos y sinvergüenzas como Trump. Descansa en paz Rita.