viernes, 26 de octubre de 2018

Oportunidades perdidas


Para que algunos de mis amigos me entiendan con peras y manzanas, pongo un ejemplo: Imagina que con mucho esfuerzo, tienes un buen negocio. Para efecto del ejemplo, pensemos en una tienda de abarrotes. Con problemas, algunos malos administradores pasados, crece poco a poco. Entiendes que tienes un buen producto que gusta, imagina el mejor pan de los alrededores, pero empiezan a caer sus ventas porque la gente los consume menos y tienes qué innovar en tus productos. Pero tu negocio, que está en un punto inmejorable, en una avenida muy transitada, resulta que tiene muy pocos estacionamientos y tienes poco espacio para construir otro. Pierdes muchos clientes porque la gente viene en carros y no se detienen a comprarte porque no tienen donde estacionarse. Es decir, pierdes ocasión de vender por falta de cajones. Inviertes una buena cantidad en crecer algunos más, no en el mejor lugar, pero no tienes otro más cercano, si no quieres perder oportunidades de venta. Lo empiezas a construir, has gastado una gran cantidad (el 30% de lo que te costaría en total) y de pronto llega un nuevo administrador que dice: "El pan es el mejor porque siempre lo hemos hecho así, vamos a seguir vendiendo este pan. Y no queremos este estacionamiento, mejor compremos otro terreno a dos cuadras, porque este tumbaría un árbol". Ya gastaste en tu construcción, gastarías en otro terreno y otra construcción que absurdamente está más lejos (gastarías más, aunque el otro sea más barato, porque la primera inversión ya la hiciste) y aparte, perderás oportunidades de mejorar tu negocio porque te obstinas en no ver cómo cambia el mercado de tu mejor producto.
Eso está pasando en México. Las dos oportunidades de mayor crecimiento económico (el nuevo aeropuerto y la reforma energética) estamos a punto de cancelarlos por cerrazón ideológica del nuevo presidente. Vamos a perder no sólo 6 años, sino décadas de desarrollo que teníamos en nuestras manos y dejamos ir.

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